Autocuidado
El cuidado no se limita a la interacción humana con los demás; también se puede referir a la posibilidad de cuidar objetos o el medio ambiente. Por otro lado, el cuidado no tiene necesariamente un carácter diádico o individualista, sino que también puede tener lugar dentro de un entramado de redes socialmente definidas y, por tanto, puede variar de una cultura a otra. Aunque se puede conceptualizar como cuidado una actividad única, también puede categorizarse como un proceso. Entonces podemos definir el autocuidado como:
“La capacidad de las personas, las familias y las comunidades para promover la salud, prevenir las enfermedades, mantener la salud y hacer frente a las enfermedades y discapacidades con o sin el apoyo de un profesional de la salud”. Son prácticas, actos diarios y estrategias que influyen positivamente en todas las áreas de nuestra vida y en nuestro bienestar.
El autocuidado implica un papel activo y consciente, haciendo referencia a la capacidad de estar atentos a lo que nos sucede, a lo que pensamos y a lo que sentimos, a sabernos validar y proteger, en definitiva, a lograr un estado de bienestar físico y psicológico. Hay distintos tipos de autocuidado, los más comunes son: el autocuidado físico, social, mental y emocional:
- El autocuidado físico: tiene relación con atender nuestro cuerpo físico y nuestra salud (alimentación, hábitos, higiene de sueño).
- El autocuidado social: consiste en la relación que tienes contigo y con los demás. (tus redes de apoyo, tiempo libre, interacciones con amigos y familiares, tiempo de ocio para ti).
- El autocuidado emocional: buscar generar un diálogo interno permanente a través del cual podamos reconocer nuestras necesidades físicas, mentales y emocionales. En definitiva, hacerse responsable de sí mismo, lo que significa identificar nuestras emociones, defender nuestras opiniones, poner límites a los demás, hacerse cargo del bienestar propio, tomar iniciativas y las propias decisiones
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